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Me llamas con dolor
cuando sufro.
Me quieres
ver ahí
en tu palabra
que desentraña lenta
la humanidad más profunda
y el gozo de tu entrega.
No juegas al capricho,
me diste la vida
porque esperas
de mis días
tu resurrección.
Tensas mi alma.
Dame, que no me rompa.
Me llevas a la playa de mis fuerzas
donde el placer retrocede
límite en que queda expuesta la fe.
Sólo me quedas Tú,
en silencio.
Y mi respuesta.
Asomado al acantilado,
sin tierra, sin cielo,
me resta un hilo de caridad.
Sé que no es castigo mi pena,
que Tú me ves tras la niebla
y tienes los brazos tendidos.
Sufriendo, la creación me enseñó
su clamor en carne abierta.
Doliente llegué a tu mano,
al respirar tu dolencia.
Sufriendo yo, sufriendo Tú,
latiendo de amor
dentro de mí
despertó el diapasón
la misma onda.
Inédita
que derriba torreones egoístas
recobra puentes clausurados
a la compasión y la ternura
y a mis manos posesivas
las cura.
Me llamas con dolor al verme herido.
Pero más hiere la superficialidad,
el olvido
de Ti.
Me pides que abra las puertas
de mis brazos a la humanidad,
en cruz.
Resucitado.
Contigo
mi dolor duele en tu costado.
Herido
sé que me quieres más.
Jesús Martínez García
Del libro: "Juegos escondidos".
Reservados todos los Derechos.
Publicado con permiso del autor.
Prohibida su reproducción sin su expreso consentimiento.
email del autor: jes.martinez@terra.es
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